Un poco de historia: los terrarios fueron los primeros minijardines que se desarrollaron. Se realizan desde los años 1830 en adelante y surgen de los viajes que los exploradores ingleses hacían a los trópicos con naturalistas que volvían a Inglaterra con varias especies y para mantenerlas vivas las ponían en recipientes de vidrio para generar el microclima húmedo y calido que necesitaban.
La característica principal de los terrarios es su contenedor: un recipiente de vidrio. Éstos recipientes no tienen drenaje y saber manejar la humedad en ellos es la clave del éxito por dos razones: hay que evitar los encharcamientos y el desarrollo de hongos que pudren las raíces.
Para eso el terrario se construye por capas:
La primera, la del fondo, será una capa de piedras medianas, luego le seguirá una capa de pidras chiquitas y, por arriba de esta, una de arena gruesa. Por encima de la arena irá una capa de tierra negra a donde se ubicarán las plantas.
Del grosor total de las capas, la mitad será tierra y la otra mitad serán las capas de piedras y arena.
Para prevenir el desarrollo de hongos se pueden utilizar dos fungicidas (mata hongos) fáciles de conseguir:
1)- Barritas de azufre: todos las conocemos y se consiguen fácil y barato. Hay que moler un trocito hasta que se haga polvo y esparcir una pequeña cantidad sobre la capa de piedras más gruesas. Si llegaramos a ver que comienzan a crecer hongos sobre la tierra (moho, filamentos blancos algodonosos, etc), esparcir una pequeña cantidad sobre la superficie de la tierra.
2)- Azul de metileno: es barato, se consigue en los negocios para mascotas y es muy fácil de aplicar. En un vaso de agua colocar dos gotas de azul de mitileto y regar la superficie de la tierra con un rociador.
En cuanto a plantas:
- Las ideales son aquellas que toleren bien la humedad (helechos, musgos, etc).
- Crasas: pueden ser parte del terrario pero hay que tener en cuenta no regar en exceso el terrario y controlar la cantidad de agua que este tiene através del vidrio observando la cantidad de agua que se va acumulando en las capas inferiores. Esa humedad va ascendiendo y "regando" de abajo para arriba. Controlar la humedad de la tierra, de su capa más superior, regando cuando sea necesario (cuando se seque), con un rociador. Nunca tapar el recipiente cuando usemos crasas.
Con las crasas hay que tener en cuenta también la luz. Siempre estas plantas buscan la mayor cantidad de luz posible, por lo que se estiran hacia ella cuando no les llega buena cantidad. Este fenómeno se llama etiolación y presenta dos problemas: uno estético (el menos importante) y otro que puede hacer perder parte de la planta porque al estirarse mucho el tallo cerca de la tierra se adelgaza tanto que deja de transportar agua y nutrientes al resto de la planta que termina cortándose y debilitándose.
Adornos: puede usarse cualquiera que se nos ocurra. Piedras, caracoles, tronquitos, ramas , muñequitos, juguetes, etc. Solo tener en cuenta el desarrollo de hongos en aquellos materiales que almacenen humedad, como la madera de los troncos. Pero no hay que tener miedo de usarlos ya que aportan mucho a la estética del minipaisaje, solo controlar y tratar cuando aparezcan hongos.
Consejo extra: para hacer más vistoso e interesante el minijardín crear desniveles en el sustrato a modo de canteros, enmarcándolos con piedras, restos de macetas rotas, pedacitos de cerámica, ladrillo o cualquier otro material al alcance de la mano.
Como todo minijardín, cualquier momento será un buen momento para mejorarlo agregando o quitando lo que nuestra imaginación nos diga, ya sea planta o cualquier elemento que lo componga. Los minijardines están vivos y van cambiando y evolucionando con el tiempo, lo cual los hace mucho más interesante. Cuando sea necesario habrá que retirar las hojas enfermas, o las plantas si es necesario, para garantizar la salud del conjunto.